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Si has visitado Granada, te habrás fijado en la técnica artesanal tan característica que puedes encontrar por toda la ciudad. Esta técnica es la taracea, de origen nazarí, que ha perdurado a lo largo de los siglos, manteniéndose como un legado cultural y artístico de gran valor. Esta tradición tiene sus raíces en la Alhambra y en los antiguos palacios de la época islámica de Granada.
En este artículo, hablamos sobre la historia de la taracea, de cómo se fabrica y de su importancia decorativa. En Decoraciones Alcazaba contamos con una colección de decoraciones marroquís, donde podrás encontrar productos decorados con taracea, entre otras muchas cosas.
La taracea consiste en la inserción de piezas de distintos materiales, como madera, marfil, nácar o metal, en una superficie de madera. Estas piezas se cortan y ensamblan meticulosamente para crear diseños geométricos, figuras y patrones decorativos. Originaria de la época nazarí en Granada, la taracea se aplicaba en objetos cotidianos de madera que se convertían en piezas nobles que solo podían poseer los miembros de las clases más acomodadas.
Durante los siglos XIII y XV, la técnica de la taracea tuvo su máximo esplendor. Era utilizada sobre todo para decorar los interiores de los palacios y las residencias de la nobleza; sin embargo, la Alhambra es uno de los principales exponentes de la taracea. Los techos, paredes, puertas y muebles de la Alhambra estaban adornados con elaborados diseños de taracea que reflejaban la sofisticación y el refinamiento del arte islámico.
Hoy en día, puedes visitar los restos de taracea en el museo de la Alhambra. Tras la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492, la taracea continuó desarrollándose, aunque con algunas influencias del arte y la cultura renacentista. Esta técnica se difundió por toda la península, de forma que existían talleres de taracea en lugares como Sevilla o Toledo.
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